viernes, 4 de enero de 2008

Educación sexual, fustración sexual

Escribía estos días sobre la Iglesia Católica, sobre la fe y sobre el sexo y mientras lo hacía entendía que si de sistemas reproductivos iba la cosa mal hacía mezclando Iglesia y placer, si no enemigos en esencia, sí contrarios, antagónicos o lo que cada cual prefiera.

Ya sabemos cómo siglos de educación católica han influido en las conciencias occidentales hasta el punto de vertebrar una educación sexual canónica real. Así el sexo ha de convertirse exclusivamente en un acto reproductivo, sin más. Y digo yo que dios tendrá la culpa de que al practicarlo sintamos en distintas medidas, placer. Placer del bueno.

Hay quienes ya adentrados en el siglo XXI, siguen manteniendo y practicando las posturas que dictan desde el Vaticano quienes, se supone, carecen de experiencia alguna. Para esos matrimonios (el sexo es pecado fuera de éste) no cabe sino el respeto a la forma de vida elegida, muy a pesar de que éste sea fruto de un adoctrinamiento fantástico.

Y voy llegando al meollo: si la naturaleza sabia está ahí para contemple, uso y disfrute del ser humano, si podemos llegar al éxtasis en la contemplación del firmamento, si podemos inspirar milagros sobre peces y panes, si somos imagen y semejanza del altísimo, si tenemos una capacidad sexual superior a la gran mayoría del mundo animal y un raciocinio que convierte el placer sexual en cuestión de evolución, experiencia y libre elección, si dios nos dotó de semejantes atributos ¿por qué renegar de ello y convertirlo en algo impuro? Es algo tan absurdo y anti-natura como el voto de castidad, carente de sentido como lo demuestran siglos de protestantismo y de hijos que en otras culturas acuden a la iglesia para escuchar, ciertamente, los discursos del padre, de su padre.

No es para nada criticable que quien quiera reniegue de su concepción sexual como individuo, lo escandalosos es que durante siglos, quienes predicaban el voto de castidad, y entre éstos también los que lo practicaban, han ejercido de conciencia de las masas pobres que no podían echar un polvo sin pagar la correspondiente indulgencia.

Para un servidor, siempre ha sido una cuestión de bastante hipocresía.
Considerando el adoctrinamiento ejercido a lo largo de los siglos por las distintas curias vaticanas en que la mayoría son pensamientos impuros, no es difícil imaginar porqué no nos damos el lujo y el placer de cumplir cuantas más fantasías sexuales, mejor. Y es una pena. Por eso abogo por respetar que cada cual elija y entienda el sexo en libertad (no impuesto) a su manera y que sin coacción ejerza una vida sexual como punto de encuentro y de respeto de identidades, gustos y deseos propios o compartidos,... por dos o más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El Cristianismo Católico es la Religión de la Fraternidad Humana