jueves, 24 de abril de 2008

un lógico descubrimiento

Cuando abrí el blog no sabía a donde me iba a llevar. Realmente tampoco sabía que hubiera una meta que alcanzar; no tenía ni idea de que en unos meses iba a sucumbir. Porque hoy leo más palabras anónimas que nunca.

Es bien sabido que la mentira quedá escrita en el periódico de mañana (no lo digo yo, lo dice una canción y con eso debiera bastar en este mediático mundo). En serio, la frase es cierta. Cuando una editorial se escribe, o un articulista alucina, siempre es sobre hechos consumados. O casi siempre. ¡Cómo va a ser noticia algo que no ha pasado!, habrá quien piense así. Pero es que cuando está por producirse, fabulan sobre lo que no saben: si tienen el dónde y el cómo, el cuándo se lo inventan, lo moldean a su antojo. Porque hay una ideología (línea editorial) previa que decide trazos y colores a aplicar. Es así como dicen saber más de mí que yo mismo.

Esa prensa que sabe interpretar pensamientos ajenos recuerda a esos estafadores de las cartas que son capaces de decirle a él como será la vida futura de ella (o viceversa), sin conocerla absolutamente de nada, sin haberla visto, sin que siquiera ella echara sus cartas. Así de magos son.

Quien les compra, o simplemente les lee, sabe de sobra el retrato que hallará en según qué páginas o editoriales; sabe la mentira que busca, sobre todo aquellos que gustan de que otros piensen por ellos. Esa elección es sinónimo de libertad, y no criticaré, ni interpretaré, deseos privados.

Me centraré despues de escalar ramas arriba y correr el riesgo de perderme. ¡Pero es que el árbol es tan frondoso, tiene tanto de qué avergonzarse!. Otro día seguiré dando litera-cera a la prensa, articulistas, tertulianos y demás; todos santos de mi devoción, porque dan un juego... (entiéndase la ironía).

Lo que deseo subrayar es mi sorpresa ante esta nueva forma de enfrentarse al mundo político: sin pedrojotas o enrics, sin fedes ni césares, sin francinos ni iñakis, en este mundo mágico de arañitas que no cesamos de tejer la misma red, cada cual a su gusto. La unión hace la fuerza ¿no dicen que internet une?

Y así es. Y con la suma se gana perspectiva, te ahorras tener que escuchar, de boca de quienes algo se creen, barbaridades de una realidad manipulada; ante las burradas propias redactadas en un blog, sin embargo, caben siempre el comentario y el debate, de igual a igual. No vivimos de ello. Ni para ello. No hay hipoteca más allá de la conciencia de uno mismo al escribir.

Direis que también entre nosotros, muchos consumimos información sesgada, que elegimos la fuente que nos cuenta las cosas como las queremos oir. Tal vez, pero cuando uno enciende el ordenador y se encuentra contigo, con él, con unos y otros, se da cuenta de que no necesita de lúnaticos que le hagan un mal dibujo de la realidad y de que tiene ante sí decenas de escenas diferentes que forman toda una.

lunes, 21 de abril de 2008

Mariano, Esperanza, eutanasia y hasta Rosa Díez.

Uno no sabe muy bien a qué están jugando en el partido popular.

Tras el sock electoral, y bajo los efectos analgésicos del aumento de escaños, parecía que no había reacción, ni autocrítica; y Rajoy desapareció. Con el paso de los días la medicación fue perdiendo efecto y cuando Zapatero renovaba el alta de los canales digitales de Moncloa para cuatro años más, el dolor ya era agudo en el corazón del partido popular.

Así el candidato, no sabemos si tras visitar a algún primo médico, volvió con un diagnóstico y unas recetas. El tipo de enfermedad se puede imaginar, aunque entendemos que en política (y en democracia) un enfermo no tenga que hacer públicas sus dolencias.

El tratamiento consiste, y eso sí lo sabemos, en tratar la infección de forma que se eliminen los virus más violentos y que nuevas células regeneren nuevos tejidos. La oposición rebasó demasiadas líneas rojas la pasada legislatura (que es como exigirle demasiado a un sincero corazón político que se precie) y es paradójicamente Rajoy quien propone cambiar la política de su partido, esa que todos pensábamos que era su política de partido. Nos encontramos con un Rajoy hoy, oposición de quien él mismo era hace unos meses.

Es evidente, además, que existe en el seno del partido quienes no comparten el diagnóstico y abogan por extirpar, como única esperanza. Son el sector contento con la oposición practicada quienes desde dentro, desde las ondas y desde alguna piscina pública, exigen otra vuelta de tuerca y tantas como consideren que hagan falta antes de que España acabe de resquebrarse. No se andan con chiquitas, sabedores –dicen, de que la militancia de base está con ellos; bueno, con Esperanza que es, por cierto, la única primera espada que asoma entre las filas de dicho sector. El resto de cabezas pensantes parece provenir, como queda dicho, del sector mediático por todos conocido.

Si la Doña cuenta con las bases Mariano cuenta con el apoyo del aparato (de su aparato) con la ventaja que ello supone: parte y reparte, sólo falta ver si ello será suficiente para llevarse, ya se sabe, la mejor parte.

Las espadas, en cualquier caso, están en todo lo alto; si no ¿a santo de qué está Rajoy otra vez de campaña, esta vez por las sedes populares de provincias? y ¿por qué no acaba de deshojar Esperanza la margarita?

De partida que Rajoy haga oposición del tipo de política que él mismo ejerció hasta hace escasos días no deja de ser tan mal guión como que Esperanza necesite de sus medios, y por efecto rebote de los ajenos, para plantarle cara ante su próximo congreso nacional. Un guión que sólo Valle Inclán podría retratar sin perder ninguno de sus múltiples matices.

Imagino que de salir victoriosa la lideresa (extirpado y transplantado el corazón popular) y alejada como está del Congreso de los Diputados, sus acólitos tertulianos tendrán para cuatro años más de ejercer la oposición. Visto que sus dardos envenenados no hacen sino volverse contra sí mismos una y otra vez, no sería tan mal negocio para la izquierda, en condiciones normales.

Si continua Rajoy y aplica sus nuevas recetas al enfermo popular pudiéramos encontrarnos una legislatura más sana que la anterior, con debate de ideas, contenidos y menos juegos de artificio; es presumible, y preferible para este servidor (sin que eso signifique nada en particular): entiendo que su propuesta pasa por rebajar el nivel de crispación y dedicarse más a hacer política y si es así lo aplaudo. No olvido el papelón que, como él mismo ha insinuado, le tocó interpretar estos últimos cuatro años, aplico atenuante porque le hicieron estudiar el guión equivocado. Exhimentes, al contrario, no quedaron probadas después de cuatro años de vil oposición sin ánimo de cambio, a la vista de la sentencia que en marzo pasado dictó el más justo jurado popular.
Aún con Mariano ganador y como en toda guerra hay vencidos, siguiendo el dictado de sus recientes palabras y tal vez hertzianamente obligados, si no son debidamente enjauladas las fieras derrotadas, podrían tomar la senda del Partido Liberal empeñados como están algunos en resucitarlo, pudiendo disponer de tiempo bastante hasta la próxima gran cita electoral para probarse ante la opinión pública. Sería como si la doctora Esperanza aplicará la eutanasia al escuálido paciente, sin permiso de sus más cercanos familiares. Y ella lo sabe.

Muchos sueñan con una derecha dividida en dos, con un partido conservador (popular) y otro liberal, diría que la gran mayoría social de izquierdas se frota las manos sólo con imaginarlo. Otros sueñan un mismo final, por motivos distintos. Hay alguien que saca pecho y abre puertas apoyada en la extrema derecha que ha encontrado en ella un referente: Rosa Díez, siempre con la caña echada buscando bocado que llevarse a la boca para, sea como sea, subsistir. Está preparada ya la plataforma.
Recuerdo que ya en su día Oreja y Redondo creyeron ser Dos hombres y un destino y acabaron (políticamente) como Butch Cassidy y Sundance Kid en la ficción: acorralados y abatidos (y que me perdonen Newman y Redford por el ejemplo). Sería curioso contemplar a Esperanza y Rosa convertidas en las nuevas Thelma y Louise, años después y en distinto lugar, repitiendo la historia y calcando el final (y que me perdonen también Saradon y Gena Davis).
Desde Saigon seguiremos informando.

viernes, 18 de abril de 2008

más motivos de vergüenza

Estoy cansado de Dios y de sus inventos, en especial un género humano. Existen infinidad de especies, de entre los seres vivos, en los que al contrario que en la familia humana, la hembra domina, así como en múltiples tribus y sociedades sapiens aunque sean las menos. Las hienas acosan, derriban y devoran con ética, al menos. Lo digo a colación de nuestro complejo de superioridad.

Pero los hombres tomaron la palabra de Dios, hace siglos, sobre el mundo moderno occidental, y la modularon a su antojo. Después conquistaron el mundo y expandieron su machista dominio geográfico. Ya tenían el político, el económico, el religioso, ya lo tenían todo, los hombres.

Siguieron siglos dominando, pese a cagarla siempre, o casi siempre. Y ellas seguían allí calladas, sigilosas, entregándose engañadas. Algunas despertaban, otras eras excepciones que confirmaban que áquellas regla tenían y que parían. Y que sin ellas el mundo habría quedado vacío hace muchas centurias.

Las que eligieron imitarnos se equivocaron. El mimetismo tampoco resultó como resulta en el sabio mundo animal, irracional. Decían.

Y así durante y durante y durante. Hasta el último tercio del siglo XX, cuando la mentira machista empezó a quedar en evidencia con luces catódicas y con ondas. Y comenzó a extenderse por el mundo, desde este occidente moderno, el poder del sentido común: curaban, escribían y describían, mandaban, ingeniaban, luchaban y gobernaban como mujeres, no como hombres. Sí, con los hombres: una de ellas me recordó entonces que el mejor desprecio era no querer despreciar.

Sólo porque era justo.

Alguna isla de papel, alguna radio, todos cuantos quisieron pudieron retratarse y vagar por las sombras masculinas de la sinrazón y el sinsentido, sin espejo ante el que mostrarse, en pleno siglo XXI.

Nadie les guardaría rencor, si quiera sentirían por ellos una gran lástima, consolados con el mismo Dios que seguía con el dedo señalándoles, entregándoles palabras dictadas que manipular de nuevo. Para engañarse a sí mismos y aún a muchas.

Quedará enterrada en la historia esta vergüenza del género masculino, hay motivos de optimismo y de esperanza.

martes, 15 de abril de 2008

Ser algo o ser alguien

Ahora que el tiempo ha pasado, aún poco, recuerdo cada una de las veces que Ama me preguntaba qué quería ser de mayor. Quería ser lo que no soy: médico (para ir a África –que no sabía donde estaba-, y curar a los pobres niños negritos). Esos deseos, en cualquier caso, eran propios de un pre-adolescente que crecía feliz por fuera e inquieto, algo preocupado por su encaje en el mundo, por dentro. Aunque ese niño fuera yo.

Amatxu siempre creyó que podría llegar a ser médico o ingeniero si me lo proponía, igual que quiso que, llegado el momento de acceder a la universidad, estudiara dos carreras a la vez. No acabé ni la primera como para haberme matriculado en la segunda.

Se podría deducir de mis palabras que no soy quien quise ser, o que no conseguí ser quien Ama quería que fuese. Nada más lejos de la realidad, en cambio: siempre supe que se es como es uno pero también como los demás te ven. Especialmente avaricioso no he sido, ni egoísta. Más bien de fácil y sereno conformar. Espero haber dado esa imagen durante todos estos años que llevan, mis cercanos, aguantándome.

Así que desde siempre me importo más ser alguien cada momento que tener que esperar a serlo en el futuro. Tal vez porque siempre creí en mí, aún cuando no me gustaran ni mis hechos ni mis palabras.

Después de médico, ya hecho un adolescente y tal vez cuando/porque supe lo que es un médico, quise ser feliz. Amatxu, que me seguía cuestionando, como a mis hermanos imagino, para garantizar que su hijo quería ser alguien, no pudo ocultar su pequeña decepción. Al principio. Porque no entendía que el camino a la felicidad pudiera ser, a veces, tan recto y tan visible. Igual que difícil de transitar.

Con el tiempo, cuando ya tenía mi trabajo y mi vida más o menos solucionados (verbo muy maternal éste) ambos acordamos que el adolescente tenía mucha razón. Demasiada. ¡Qué bien respondía “quiero ser feliz”! El niño contestaba lo que se esperaba. El adolescente lo que esperaba él y querer ser feliz no era demasiado delito.

Aprendí con Amatxu que no por ser algo se es, alguien. Y que viajar pensando así en “estemundoglobalsigloXXI” tan mediático no es fácil. Ella, con su sonrisa perenne y su cariño perpetuo, siempre me allanó el camino; hoy, aunque siga teniendo esa sensación de incomprensión que muchos tenemos probablemente por cierta afición al martirio vanidoso (¡qué poco nos costaría ser igual de capullos que los demás!), sigo en mis trece de ser alguien, antes que algo, feliz. Por Amatxu y por mí.

martes, 8 de abril de 2008

crazy little thing called El Centro

Entrando al trapo, aún siendo un poco descuidado con la información que recibo en relación a la tormenta, real o ficticia, que tiene lugar en el partido popular, he atendido una tertulia mañanera donde se debatía al respecto. No ha durado más de diez minutos, el asunto en cuestión. Se trataba de una tertulia de las que yo llamo mixtas: aquellas que forman políticos y periodistas, no siendo requisito indispensable acreditar, más allá de la propia profesión de cada cual, lo que realmente se es.

Y parece que me lío, con la definición, pero no: hay políticos que lo son sin serlo, y periodistas ni digamos. Eso quise decir.

Extendiendo la suposición ésta mía podría decir que hay medios de información que no informan, obvio, y partidos políticos que se dicen tal y son cual. Se dicen de izquierdas, de centro o de derechas, lo sean o no. De entre las tres posiciones, no sé porqué, la políticamente, perdón tertulianamente, más correcta es el centro. Y así los partidos todos a pelear por el centro, no importa lo distantes que estén de él. Parece pues que sólo se gana, o se puede ganar, conquistándolo (con lo que me gusta a mí el juego por los extremos aunque luego remate el delantero, centro…).

Sabemos a ciencia cierta que hay dos polos norte y dos polos sur: los físicos y los magnéticos. Así algunos se guían con un compás (brújula) y otros tiran de escuadra y cartabón; los más lo sitúan donde les da la gana.

Atendiendo a ello como cada cual habla de su centro, o de un centro distinto cada día, no puedo sino contemplar estos debates, en ocasiones, como si fueran los propios Faemino y Cansado postulantes, con sus consejos tácticos para alcanzarlo.

Bien podría ser así. Pero sabiendo que ya de origen ni siquiera los propios pseudo-profesionales de la información están de acuerdo en donde está, el centro, no digamos los dirigentes políticos, no puedo sino sentir al escucharles la esterilidad de sus palabras (por no forzar otra cómica metáfora).

Consuela saber que como cada cual camina hacia un lugar distinto al que cree caminar y desde un punto de partida distinto desde el que cree empezar a andar -porque siempre es así desde el punto de vista del enemigo, es difícil que dos ejércitos coincidan sobre el terreno.

Se producen lo más escaramuzas sin interés, como en las tertulias, mixtas o no.

Y así llego a Esperanza, a la que intuí reivindicando a su partido como distante siempre del extremo, como amigo de los homosexuales y enemigo del fascismo franquista y como un bloque con gran sensibilidad social.

¡Como decir que no es así si para muchos lo es!

Presumamos entonces que aquí cada cual retrata la realidad como le place, lo que me lleva a concluir que verdades, o realidades, en política las hay, al menos, tantas como Españas.

jueves, 3 de abril de 2008

buscando mi lugar

Estoy asumiendo un riesgo. Un grave riesgo tal vez. Escribo de espaldas a la puerta, mirando por la ventana de forma que podría entrar mi jefe y toparse con estas letras de frente. Podría incluso estar leyendo ahora mismo: no pienso girarme para averiguarlo (¡mierda que no se refleje nada en el cristal!). Seguiré, del tirón, hasta el final.

Midiendo la categoría humana, ajena.

Porque la miseria está de moda y gobierna el mundo asumiendo el poder más poderoso. ¿Cuánta responsabilidad es exigible a cada presidente y cuanta a sus consejeros y a sus protectores? Honestamente toda al primero: él cede.

Así surgen las guerras, por interés, por presión sin conciencia y debidamente calculadas. Muchas veces he insistido: las grandes empresas y los gobiernos no existen, existen las personas, como existen los muertos por la munición, la enfermedad o el hambre, los muertos por poder. Los beneficios no son abstractos, tienen nombres y apellidos.

Además de escasa categoría humana.

Porque la bondad en la entrega mantiene esperanzado al mundo, al rico y al pobre. Porque detrás de cada grano de arroz hay un rostro y una mano que lo entrega, que cuando vuelve al primer mundo ha aprendido a no sufrir por él, ni por sí, sino que sigue sufriendo por aquellos que dejó, si acaso sólo consolados.

Así surgen la ilusión y la alegría en corazones otrora muertos, de hambre. Gracias a personas desinteresadas, con nombres y apellidos.

Además de una gran categoría humana.

Me queda por averiguar ahora, entre el presidente y quien colabora ¿dónde quedo yo? Tendré que empezar a examinar mi conciencia, antes de que entre mi jefe, el que me paga, por la puerta.

martes, 1 de abril de 2008

Morir con Dios o vivir con el diablo

Se titula “Aportación de la Iglesia Española a la democracia en España I”, y es un artículo publicado por un tal Monseñor Sebastián a quien no conozco y que se publicita desde la páginas más liberales de España.

Dice:
“Los católicos vieron a Franco como un liberador porque en la zona republicana los estaban matando como conejos. Esa es la verdad”. Son las dos últimas frases del artículo en cuestión con las que justifica los desmanes de la Iglesia durante más de 40 años. Mientras espero impaciente la parte II, la III y hasta la M, no puedo sino asombrarme de la brutal aportación de ideas realizada por el citado clérigo que es, además, cardenal. Y es que mucho antes, en el segundo párrafo incide en que “La Iglesia contribuyó de manera decisiva al establecimiento de la democracia en España”, poniendo dos velas, ya se sabe a dios y al diablo. Primero Franco y 40 años después la democracia: fueron decisivos durante la dictadura (dice) y lo han sido después de la muerte de su caudillo en el establecimiento de la democracia (dice), si bien debieran haber renegado de éste mientras firmaba sentencias de muerte (digo) -no olvidar: matar es pecado incluso cuando el “matado” está maniatado y con los ojos vendados.

Ya en el quinto párrafo, y recordando las dos últimas frases del artículo ya citadas, el susodicho manifestaba: “Y es verdad que la Iglesia tuvo una situación de especial protección jurídica durante el régimen de Franco. Pero no es justo echarnos en cara esa situación sin preguntarnos por qué fue así”.¿Por qué no es justo? Pregunto. Lo dicho, siempre hay un motivo, aunque sea para agasajar a un pecador, con mucho poder, eso sí, o para dar de comer a los conejos.

Y como no es justo, justifica: “… el Gobierno de la República si no impulsaba, sí por lo menos permitía graves y frecuentes agresiones contra la Iglesia y los católicos… (qué manía de incluir a quienes ni pintan ni pintaban nada en la organización interna cardenalicia del clero español) … y en algunos casos hasta ejecuciones”; “durante el primer años (de guerra civil) fueron fusilados … torturados… 14 obispos, 7.000 sacerdotes y un número imposible de precisar de fieles católicos no inferior a 20.000”.

Quiere decir el cardenal que la Iglesia se unió a Franco y a su levantamiento por puro instinto de supervivencia, ese que lo puede todo si atendemos a aspectos mundanos o terrenales (incluso se mata por no morir, siendo un hecho desde el punto de vista ético y moral incluso discutible), pero que nunca debiera haber sido motivo por el que, uniendo sus fuerzas y sus fieles a un ejército primero y a un dictador después, obrara en contra de los principios doctrinales de Cristo.

Porque nada ni nadie podía obligar al estamento católico apostólico a creer en una República por encima de cualquier otro sistema parlamentario, o no, distinto; tenían derecho entonces a seguir predicando su doctrina, exactamente igual que hoy en día. Es más, lo que sucedió desde el 1931 en adelante y que el cura describe como persecución, torturas y asesinatos es ética, moral y cristianamente rechazable. Sin dudarlo.

Pero lo ocurrido a partir del 36 fue que la Iglesia no sólo no puso la otra mejilla sino que se unió a quien pegaba los sopapos más fuertes, áquel al que proclamaron caudillo por la gracia de su dios, jefe de otro ejército igual de asesino, torturador, despiadado y cruel y amigo de sus excelencias Hitler y Mussolini.
Es decir: la República fue rechazable "porque les mataban como a conejos"; la dictadura por contra, "época en que la Iglesia tuvo una situación de especial protección jurídica", no lo fue al parecer. En ambos casos morían hombres como conejos, en el segundo caso al asesino lo pasearon bajo palio. Y dicen (dice) que no tienen que pedir perdón por ello, porque “la Iglesia no promovió el levantamiento”. Ni falta que hacía. Por sus hechos se les conoció después, a los cardenales y a Franco. Y es por ello que les exigiría, si fuera practicante, que solicitaran ese perdón tan ansiado por elegir comer de la mano de un diablo y justificarse, aún hoy, con que el otro diablo, el rojo, era peor. Haberse quedado al lado de Dios, entonces.

Quería hacer finalmente tres consideraciones: La primera es que Iglesia no es la única asociación, organización o entidad capaz de educar en valores éticos y morales por más que lleven presumiendo de ello siglos. Esto lo digo por la frase que suscribe el susodicho: “…la Iglesia contribuyó al establecimiento de la democracia … y con sus enseñanzas y valores morales favorece eficazmente la vida democrática en libertad y justicia”.

La segunda consideración sería preguntar, a éste que no tiene nada por lo que pedir perdón, a qué contribuyó La Iglesia entre los años 1936 y 1975, sino fue a otra cosa que mantener y perpetuar una dictadura que les hacía la vida más fácil, erradicaba el laicismo y hasta prevenía del diablo rojo, doblemente peligroso.

Y la tercera a modo de corolario: aceptando la unión con el bando nacional como respuesta a las atrocidades contra los hombres de la Iglesia cometidas, se legitimaron ante una sociedad profundamente religiosa (mucho más que las sociedades actuales) las mismas atrocidades, por la Gracia de Dios. Y ello, como poco, es para visitar el infierno; allí encontrarán sin duda a muchos de sus antiguos compañeros de lucha.