martes, 18 de septiembre de 2007

¡ Hipócrita !

Según la Real Academia de la Lengua, hipócrita es aquel “que actúa con hipocresía”, que según la propia RAE no es sino el “fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan”. Sinónimos que figuran en distintos diccionarios (incluido el del procesador con el que redacto estas líneas) son: mentiroso, embaucador, malicioso, farsante y otros muchos. De todo lo cual deduzco que un hipócrita actúa siempre con conocimiento de causa; de que su causa es más bien maliciosa o falsa.

Leo en un medio opinante (“Que opina” según la RAE) que no informante, literalmente lo siguiente: El ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, consideró este lunes difícil que se cumpla la Ley de Banderas. Según dijo, la ausencia de la enseña nacional en instituciones del País Vasco, Navarra y Cataluña "ocurre ahora, ha ocurrido antes y va a ocurrir" en el futuro. Desde el PP, Ángel Acebes calificó de "enorme gravedad" las declaraciones del ministro en las que, a su juicio, "renuncia" a cumplir la ley en un clima donde el "desafío nacionalista es importante".

Soy ciudadano vasco (sentimental y residencialmente hablando) por lo que espero del lector que me presuponga cierto conocimiento de primera mano de la vida social –que no política, no aspiro a tanto, de Euskadi; y no puedo sino afirmar, esta vez sin entrecomillado, que la ausencia de la bandera española en edificios oficiales ocurre ahora, ha ocurrido antes y va a ocurrir en el futuro. Motivo: simple y llanamente porque así lo desean los representantes políticos de esta sociedad, la vasca, que no reclama, salvo minoritariamente, que tal o cual bandera ondee en tal o cual edificio, y menos aún si la tela es rojo y gualda (RAE: Amarillo, del color de la flor de la gualda.).

¡Viva la democracia!

Acebes tacha de “enorme gravedad” unos hechos a los él desde su ministerio de interior y desde un gobierno de 8 años no prestó la más mínima atención y si lo hizo fue en búsqueda de réditos electorales –como en la actualidad- y no con la finalidad de atajar ese grave problema que tiene su España (que digo yo que debe ser gravísimo que en el ayuntamiento de Larrabasterra, por poner un ejemplo, no ondee la bandera nacional). Él lo sabe y ha realizado sus acusaciones, incluida petición de dimisión, contra el ministro con auténtico conocimiento de causa (recuérdese el primer párrafo del presente artículo). El ministro, el actual, dando una impresión de una inteligencia infinitamente superior, primero no ha ocultado la realidad al pueblo (“ocurre, ha ocurrido y va a ocurrir”) guste o no guste; y segundo, le ha respondido finamente: "¿Pero cómo va a pedir Angelito mi dimisión si somos paisanos?", que traducida la ironía viene a significar que si Acebes no presentó su dimisión después de que durante sus años de gobierno en cientos de edificios oficiales vascos se ignorase la enseña nacional española, tampoco lo va a hacer él.

P.D.: Me llama poderosamente la atención la existencia de debates estériles que, como el suscrito, no hacen sino desviar la atención sobre el que es el auténtico problema, de marcado carácter político y social, que tiene el Estado español que cuenta entre sus ciudadanos a una minoría de millones de ciudadanos que no se sienten partícipes de la unidad patria y que aspiran a tener su propio estado soberano (sí, léase bien: millones, que no son sino la suma de cientos de miles de vascos, catalanes, gallegos y otros miles). Esa es la real naturaleza del problema y aún espero, llevo esperando 25 años, que políticos maduros renuncien al lastre del electoralismo y cojan el toro por los cuernos, metáfora muy española que bien viene al caso.

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