lunes, 14 de julio de 2008

la gula: pecado, no delito

No hace mucho afirmé, sin osadía, no saber qué pasa con los dineros que se pierden en/durante las diferentes huelgas. Hablaba completamente en serio: durante la última del transporte se perdieron 500 millones de euros, dijeron. Quise saber dónde estaban para acercarme a ellos, aunque fuera a oler los billetes, todos juntitos, uhmm… bien ricos.

Esta metáfora de pesadilla - y pese a que el dinero no se pierda, por mucho que insistan: lo más cambia de manos-, confieso, fue inspirada por el tío Gilito, adinerado como pocos, prueba ufana de que la pasta, normalmente, permanece en poder de los mismos durante mucho tiempo: todos personajes de cuento con nombre y apellidos, grandes (¿?) empresarios, ejecutivos agresivos, financieros sin escrúpulos, políticos (que no lo fueron) reciclados, mafiosos (que también y bastantes), etc.

Dudo mucho que alguna de esas marionetas perdiera un céntimo durante los días de la huelga de los transportistas españoles. Y si lo hizo que siquiera lo notará en calidad de vida.

Recuerdo que también insinué que Amancio Ortega tenía la culpa de que sus empresas estuvieran pobladas por miles de trabajadoras y trabajadores mileuristas. Siendo optimistas, porque dudo que ciertas nóminas sean tan altas. Insinué también que si no pagaba más es porque no quería, no porque el Estado no le dejara, ni por estar sometido a algún chantaje. Pienso al contrario, que él somete a sus empleados con unos sueldos de chiste mientras sigue escalando posiciones en la lista Forbes.

Él y otros pocos como él. ¿Ejemplar? No: vomitivo.

Más aún después de escuchar al Gobernador del Banco de España afirmar algo que algunos denunciabamos: “son los beneficios empresariales los causantes, en mayor medida, del aumento del I.P.C, no los salarios”; no se debe sino concluir que mientras unos apilan billetes de quinientos sus empleados sufren para llegar a fin de mes, algunos después de trabajar como esclavos.

¡Cuán escandalosos serán los porcentajes de beneficio para que el propio Gobernador haya llegado a la citada conclusión en pleno periodo de recesión, o crisis! ¿Y acaso en este mundo en crisis, primero y occidental, se ha ido reduciendo el número de multimillonarios?

¿Exagerado? Debo serlo: aquí nadie protesta ni se manifiesta contra los que acaparan fortunas y riquezas, ya sabemos a costa de quienes.

Los beneficios empresariales, denuncio, tienen nombres y apellidos (no precisamente de superhéroes de cómic): los de aquellos que solicitan ayudas legales cada vez que, lágrima batiente, manifiestan que reinvierten sus beneficios (¿todos?) para generar y mantener puestos de trabajo. Sí, por supuesto: puestos de trabajo con los que generar mayor riqueza ¡pero si y sólo si se aseguran un porcentaje alto del nuevo pastel!

Teniendo en cuenta la diferencia entre lo ingresado a fin de mes por los unos y los otros tal vez quepa hablar de nuevos esclavos, con convenio eso sí.

Mientras tanto, en algún etéreo lugar entre el cielo y el infierno: los gobiernos, ninguno de los cuales tose a la cara de estos personajes (o de las multinacionales); al contrario: mientras regulan unos sueldos mínimos de risa con los que éstos puedan seguir forrándose, no ponen ninguna objeción a que el número de dineros que un liberal ricachón pueda acaparar tienda a infinito. Por dos motivos: si aquel cierra el chiringuito para irse con sus millones a follar a otra parte, obliga al Estado a mantener a base de ayudas sociales más parados ex-mileuristas, y porque juntos forman un lobby todopoderoso que pone y quita, no razones, sino personas en los gobiernos que fabrican leyes con las que asegurar la perpetuidad de su especie, aún a costa de otras de genética más pobre.

Bajo el engaño perenne de que son generadores de riqueza (porque lo son también, y más, de pobreza), no es de extrañar que la coaccionada, agasajada y acomodada clase política dé pasos, cada vez mayores, hacia un mundo globalizado donde la posibilidad de intervenir en las políticas económicas locales por los gobernantes locales tiende, al contrario que la riqueza que se genera, a cero.

Si de verdad quisieran erradicar la pobreza, si de verdad los gobiernos creyesen en la igualdad social, sabiendo que por cada millonario hay un millón de hambrientos, ¿no sería más fácil redistribuir riquezas, y si se pudiera mediante una ley universal, no permitiendo esta gula económica de unos pocos?.

Será que el pecado no siempre es delito.

6 comentarios:

Martine dijo...

"Recuerdo que también insinué que Amancio Ortega tenía la culpa de que sus empresas estuvieran pobladas por miles de trabajadoras y trabajadores mileuristas" En España, a lo mejor... Pero en sus empresas repartidas por el tercer mundo los sueldos... no me los quiero ni imaginar...

No gobiernan los jefes de Estado, son los Lobbies quienes mandan en la sombra, son decisivos :-(

Un beso.

Pedro M. Martínez dijo...

No viene a cuento de tu post -disculpas- pero he asociado tu nick con este vídeo.
Saludos

http://www.youtube.com/watch?v=3pJTRTQIy4g

Anónimo dijo...

Solo aportar un dato más: el consumo medio general ha disminuido, el consumo concreto de marcas de lujo está creciendo cada vez más.

Saludos.

Unknown dijo...

¿redistribuir riquezas? ¡¡Dios, que bella utopía!!

Coño, se me viene a la cabeza el Vaticano ¿por qué será?

Un abrazo

Adnamarrr dijo...

Querido Txan...disculpa mi ausencia...
Es un gran problema la correcta distribución de riquezas y hay demasiadas injusticias por ello, tiene dificil solución pero hay pequeñas cosas en las que se podría ir incidiendo más para poco a poco lograr que esto mejore. Muchos besos

m.eugènia creus-piqué dijo...

Hola Txan, se me borró toda la lista de amigos blogueros y la estoy recomponiendo, al fín te encontré, te vuelvo a enlazar.