Ahora que el tiempo ha pasado, aún poco, recuerdo cada una de las veces que Ama me preguntaba qué quería ser de mayor. Quería ser lo que no soy: médico (para ir a África –que no sabía donde estaba-, y curar a los pobres niños negritos). Esos deseos, en cualquier caso, eran propios de un pre-adolescente que crecía feliz por fuera e inquieto, algo preocupado por su encaje en el mundo, por dentro. Aunque ese niño fuera yo.
Amatxu siempre creyó que podría llegar a ser médico o ingeniero si me lo proponía, igual que quiso que, llegado el momento de acceder a la universidad, estudiara dos carreras a la vez. No acabé ni la primera como para haberme matriculado en la segunda.
Se podría deducir de mis palabras que no soy quien quise ser, o que no conseguí ser quien Ama quería que fuese. Nada más lejos de la realidad, en cambio: siempre supe que se es como es uno pero también como los demás te ven. Especialmente avaricioso no he sido, ni egoísta. Más bien de fácil y sereno conformar. Espero haber dado esa imagen durante todos estos años que llevan, mis cercanos, aguantándome.
Así que desde siempre me importo más ser alguien cada momento que tener que esperar a serlo en el futuro. Tal vez porque siempre creí en mí, aún cuando no me gustaran ni mis hechos ni mis palabras.
Después de médico, ya hecho un adolescente y tal vez cuando/porque supe lo que es un médico, quise ser feliz. Amatxu, que me seguía cuestionando, como a mis hermanos imagino, para garantizar que su hijo quería ser alguien, no pudo ocultar su pequeña decepción. Al principio. Porque no entendía que el camino a la felicidad pudiera ser, a veces, tan recto y tan visible. Igual que difícil de transitar.
Con el tiempo, cuando ya tenía mi trabajo y mi vida más o menos solucionados (verbo muy maternal éste) ambos acordamos que el adolescente tenía mucha razón. Demasiada. ¡Qué bien respondía “quiero ser feliz”! El niño contestaba lo que se esperaba. El adolescente lo que esperaba él y querer ser feliz no era demasiado delito.
Aprendí con Amatxu que no por ser algo se es, alguien. Y que viajar pensando así en “estemundoglobalsigloXXI” tan mediático no es fácil. Ella, con su sonrisa perenne y su cariño perpetuo, siempre me allanó el camino; hoy, aunque siga teniendo esa sensación de incomprensión que muchos tenemos probablemente por cierta afición al martirio vanidoso (¡qué poco nos costaría ser igual de capullos que los demás!), sigo en mis trece de ser alguien, antes que algo, feliz. Por Amatxu y por mí.
Amatxu siempre creyó que podría llegar a ser médico o ingeniero si me lo proponía, igual que quiso que, llegado el momento de acceder a la universidad, estudiara dos carreras a la vez. No acabé ni la primera como para haberme matriculado en la segunda.
Se podría deducir de mis palabras que no soy quien quise ser, o que no conseguí ser quien Ama quería que fuese. Nada más lejos de la realidad, en cambio: siempre supe que se es como es uno pero también como los demás te ven. Especialmente avaricioso no he sido, ni egoísta. Más bien de fácil y sereno conformar. Espero haber dado esa imagen durante todos estos años que llevan, mis cercanos, aguantándome.
Así que desde siempre me importo más ser alguien cada momento que tener que esperar a serlo en el futuro. Tal vez porque siempre creí en mí, aún cuando no me gustaran ni mis hechos ni mis palabras.
Después de médico, ya hecho un adolescente y tal vez cuando/porque supe lo que es un médico, quise ser feliz. Amatxu, que me seguía cuestionando, como a mis hermanos imagino, para garantizar que su hijo quería ser alguien, no pudo ocultar su pequeña decepción. Al principio. Porque no entendía que el camino a la felicidad pudiera ser, a veces, tan recto y tan visible. Igual que difícil de transitar.
Con el tiempo, cuando ya tenía mi trabajo y mi vida más o menos solucionados (verbo muy maternal éste) ambos acordamos que el adolescente tenía mucha razón. Demasiada. ¡Qué bien respondía “quiero ser feliz”! El niño contestaba lo que se esperaba. El adolescente lo que esperaba él y querer ser feliz no era demasiado delito.
Aprendí con Amatxu que no por ser algo se es, alguien. Y que viajar pensando así en “estemundoglobalsigloXXI” tan mediático no es fácil. Ella, con su sonrisa perenne y su cariño perpetuo, siempre me allanó el camino; hoy, aunque siga teniendo esa sensación de incomprensión que muchos tenemos probablemente por cierta afición al martirio vanidoso (¡qué poco nos costaría ser igual de capullos que los demás!), sigo en mis trece de ser alguien, antes que algo, feliz. Por Amatxu y por mí.
9 comentarios:
A veces los padres nos quieren tanto que creen que lo que a ellos les gusta tambien nos ha de gustar a los hijos y muchas veces no es así, ellos se imaginan un mundo mejor donde los hijos van a ser grandes médicos, arquitectos, ingenieros...y a veces nada más lejos de la realidad, una decepcion ? Pues claro que la tienen, sus sueños se truncan pero uno ha de ser como y lo que quiera ser, esto está clarísimo, el mañana se lo forja uno mismo, como si quiere dedicarse a plantar patatas el resto de sus días, si él es feliz, pues adelante.
Es lo único que pido para mis hijos...Que sean felices.
Un abrazo
Que lindo...ya eres alguien, eres tú, y eso es lo mejor, ser alguien feliz, ser tú mismo feliz, "ser-te" a ti mismo para poder entregarte así a los demás es lo más importante.
Tampoco te conozco, pero lo que uno escribe dice mucho de uno mismo, y a mi, eso me dice mucho de tí, es para estar orgulloso, de verdad.
Besazos señor feliz...siendo-te.
ser uno mismo es lo principal para ser feliz, el resto no deberia importar,pero importa...hay una frase muy bonita,ke es,
te kiero no para atrapatarte,te kiero para libertarte,no querer adueñarme de tu corazon ,es la razon de amarte..
salu
Mi comentario no va a ser original, estoy con Ricardo.
Yo, que también soy Amatxu, sólo quiero que mi hijo sea feliz.
Hola, mi amigo.
Pues mira, viene a cuento mi conversación del lunes con las compañeras. El lunes es nuestro día más crudo, trabajamos mañana y tarde; y ya sabes tú que los lunes son feos de narices(por no decir de coj...)
Estábamos sin ganas, y yo les decía lo q te expongo a ti: que cuando nos decían las profes: hay que ser una mujer/ un hombre, de provecho. O nuestro padre: Fulanito se ha situado muy bien..., nos parecían cosas ajenas, fuera de lugar, de mayores. Y, sin embargo, aun estando bien, a veces la vida resulta insoportable.
Que ante todo hay que ser : maduro, responsable, adulto. Pero, amigo, también es importante "estar bien situado".
Un abrazo.
Ser feliz, esa debe ser la meta. Cómo?? Cada uno sabrá cómo, con quién y dónde ... lo importante es no perder esa idea. Ser feliz, pero sin que nos tengan que dar órdenes de como conseguirlo. Para eso no hay nada escrito.
Me ha encantado. Me gusta porque así me siento.
Ser alguien feliz es, probablemente uno de los objetivos más difíciles que he leido en mi vida. Complicado lo tienes.
Ya es bastante dificil ser tú. Sólo tú. Sin máscaras, ni hipocresías, ni mentiras, ni disimulos. Uf...Bien dificil. Pero además, ser tú y ser feliz?. Espero que lo consigas (y que me contagies algo de tu metodología para hacerlo).
Y ahora que lo pienso, yo creo que las amatxus y los aitatxus, cuando se empeñan en que seas médico, abogado, arquitecto o cura, lo que de verdad, de verdad, de verdad quieren, es que seas tú. Y que seas feliz. Lo que pasa es que ellos lo dicen a su manera...
Preciosa entrada. Esa debería ser la meta de todos, ser felices. Yo, incluso lo consigo muchas veces. Y eso espero para mis hijas, que sean felices.
Un placer leerte.
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