Uno no sabe muy bien a qué están jugando en el partido popular.
Tras el sock electoral, y bajo los efectos analgésicos del aumento de escaños, parecía que no había reacción, ni autocrítica; y Rajoy desapareció. Con el paso de los días la medicación fue perdiendo efecto y cuando Zapatero renovaba el alta de los canales digitales de Moncloa para cuatro años más, el dolor ya era agudo en el corazón del partido popular.
Así el candidato, no sabemos si tras visitar a algún primo médico, volvió con un diagnóstico y unas recetas. El tipo de enfermedad se puede imaginar, aunque entendemos que en política (y en democracia) un enfermo no tenga que hacer públicas sus dolencias.
El tratamiento consiste, y eso sí lo sabemos, en tratar la infección de forma que se eliminen los virus más violentos y que nuevas células regeneren nuevos tejidos. La oposición rebasó demasiadas líneas rojas la pasada legislatura (que es como exigirle demasiado a un sincero corazón político que se precie) y es paradójicamente Rajoy quien propone cambiar la política de su partido, esa que todos pensábamos que era su política de partido. Nos encontramos con un Rajoy hoy, oposición de quien él mismo era hace unos meses.
Es evidente, además, que existe en el seno del partido quienes no comparten el diagnóstico y abogan por extirpar, como única esperanza. Son el sector contento con la oposición practicada quienes desde dentro, desde las ondas y desde alguna piscina pública, exigen otra vuelta de tuerca y tantas como consideren que hagan falta antes de que España acabe de resquebrarse. No se andan con chiquitas, sabedores –dicen, de que la militancia de base está con ellos; bueno, con Esperanza que es, por cierto, la única primera espada que asoma entre las filas de dicho sector. El resto de cabezas pensantes parece provenir, como queda dicho, del sector mediático por todos conocido.
Si la Doña cuenta con las bases Mariano cuenta con el apoyo del aparato (de su aparato) con la ventaja que ello supone: parte y reparte, sólo falta ver si ello será suficiente para llevarse, ya se sabe, la mejor parte.
Las espadas, en cualquier caso, están en todo lo alto; si no ¿a santo de qué está Rajoy otra vez de campaña, esta vez por las sedes populares de provincias? y ¿por qué no acaba de deshojar Esperanza la margarita?
De partida que Rajoy haga oposición del tipo de política que él mismo ejerció hasta hace escasos días no deja de ser tan mal guión como que Esperanza necesite de sus medios, y por efecto rebote de los ajenos, para plantarle cara ante su próximo congreso nacional. Un guión que sólo Valle Inclán podría retratar sin perder ninguno de sus múltiples matices.
Imagino que de salir victoriosa la lideresa (extirpado y transplantado el corazón popular) y alejada como está del Congreso de los Diputados, sus acólitos tertulianos tendrán para cuatro años más de ejercer la oposición. Visto que sus dardos envenenados no hacen sino volverse contra sí mismos una y otra vez, no sería tan mal negocio para la izquierda, en condiciones normales.
Si continua Rajoy y aplica sus nuevas recetas al enfermo popular pudiéramos encontrarnos una legislatura más sana que la anterior, con debate de ideas, contenidos y menos juegos de artificio; es presumible, y preferible para este servidor (sin que eso signifique nada en particular): entiendo que su propuesta pasa por rebajar el nivel de crispación y dedicarse más a hacer política y si es así lo aplaudo. No olvido el papelón que, como él mismo ha insinuado, le tocó interpretar estos últimos cuatro años, aplico atenuante porque le hicieron estudiar el guión equivocado. Exhimentes, al contrario, no quedaron probadas después de cuatro años de vil oposición sin ánimo de cambio, a la vista de la sentencia que en marzo pasado dictó el más justo jurado popular.
Tras el sock electoral, y bajo los efectos analgésicos del aumento de escaños, parecía que no había reacción, ni autocrítica; y Rajoy desapareció. Con el paso de los días la medicación fue perdiendo efecto y cuando Zapatero renovaba el alta de los canales digitales de Moncloa para cuatro años más, el dolor ya era agudo en el corazón del partido popular.
Así el candidato, no sabemos si tras visitar a algún primo médico, volvió con un diagnóstico y unas recetas. El tipo de enfermedad se puede imaginar, aunque entendemos que en política (y en democracia) un enfermo no tenga que hacer públicas sus dolencias.
El tratamiento consiste, y eso sí lo sabemos, en tratar la infección de forma que se eliminen los virus más violentos y que nuevas células regeneren nuevos tejidos. La oposición rebasó demasiadas líneas rojas la pasada legislatura (que es como exigirle demasiado a un sincero corazón político que se precie) y es paradójicamente Rajoy quien propone cambiar la política de su partido, esa que todos pensábamos que era su política de partido. Nos encontramos con un Rajoy hoy, oposición de quien él mismo era hace unos meses.
Es evidente, además, que existe en el seno del partido quienes no comparten el diagnóstico y abogan por extirpar, como única esperanza. Son el sector contento con la oposición practicada quienes desde dentro, desde las ondas y desde alguna piscina pública, exigen otra vuelta de tuerca y tantas como consideren que hagan falta antes de que España acabe de resquebrarse. No se andan con chiquitas, sabedores –dicen, de que la militancia de base está con ellos; bueno, con Esperanza que es, por cierto, la única primera espada que asoma entre las filas de dicho sector. El resto de cabezas pensantes parece provenir, como queda dicho, del sector mediático por todos conocido.
Si la Doña cuenta con las bases Mariano cuenta con el apoyo del aparato (de su aparato) con la ventaja que ello supone: parte y reparte, sólo falta ver si ello será suficiente para llevarse, ya se sabe, la mejor parte.
Las espadas, en cualquier caso, están en todo lo alto; si no ¿a santo de qué está Rajoy otra vez de campaña, esta vez por las sedes populares de provincias? y ¿por qué no acaba de deshojar Esperanza la margarita?
De partida que Rajoy haga oposición del tipo de política que él mismo ejerció hasta hace escasos días no deja de ser tan mal guión como que Esperanza necesite de sus medios, y por efecto rebote de los ajenos, para plantarle cara ante su próximo congreso nacional. Un guión que sólo Valle Inclán podría retratar sin perder ninguno de sus múltiples matices.
Imagino que de salir victoriosa la lideresa (extirpado y transplantado el corazón popular) y alejada como está del Congreso de los Diputados, sus acólitos tertulianos tendrán para cuatro años más de ejercer la oposición. Visto que sus dardos envenenados no hacen sino volverse contra sí mismos una y otra vez, no sería tan mal negocio para la izquierda, en condiciones normales.
Si continua Rajoy y aplica sus nuevas recetas al enfermo popular pudiéramos encontrarnos una legislatura más sana que la anterior, con debate de ideas, contenidos y menos juegos de artificio; es presumible, y preferible para este servidor (sin que eso signifique nada en particular): entiendo que su propuesta pasa por rebajar el nivel de crispación y dedicarse más a hacer política y si es así lo aplaudo. No olvido el papelón que, como él mismo ha insinuado, le tocó interpretar estos últimos cuatro años, aplico atenuante porque le hicieron estudiar el guión equivocado. Exhimentes, al contrario, no quedaron probadas después de cuatro años de vil oposición sin ánimo de cambio, a la vista de la sentencia que en marzo pasado dictó el más justo jurado popular.
Aún con Mariano ganador y como en toda guerra hay vencidos, siguiendo el dictado de sus recientes palabras y tal vez hertzianamente obligados, si no son debidamente enjauladas las fieras derrotadas, podrían tomar la senda del Partido Liberal empeñados como están algunos en resucitarlo, pudiendo disponer de tiempo bastante hasta la próxima gran cita electoral para probarse ante la opinión pública. Sería como si la doctora Esperanza aplicará la eutanasia al escuálido paciente, sin permiso de sus más cercanos familiares. Y ella lo sabe.
Muchos sueñan con una derecha dividida en dos, con un partido conservador (popular) y otro liberal, diría que la gran mayoría social de izquierdas se frota las manos sólo con imaginarlo. Otros sueñan un mismo final, por motivos distintos. Hay alguien que saca pecho y abre puertas apoyada en la extrema derecha que ha encontrado en ella un referente: Rosa Díez, siempre con la caña echada buscando bocado que llevarse a la boca para, sea como sea, subsistir. Está preparada ya la plataforma.
Recuerdo que ya en su día Oreja y Redondo creyeron ser Dos hombres y un destino y acabaron (políticamente) como Butch Cassidy y Sundance Kid en la ficción: acorralados y abatidos (y que me perdonen Newman y Redford por el ejemplo). Sería curioso contemplar a Esperanza y Rosa convertidas en las nuevas Thelma y Louise, años después y en distinto lugar, repitiendo la historia y calcando el final (y que me perdonen también Saradon y Gena Davis).
Desde Saigon seguiremos informando.
7 comentarios:
Durante cuatro años don Mariano y su equipo, tanto del partido como de alguna emisora, se han dedicado a realizar una oposición sin ningún tipo de escrúpulos, arropándose en la bandera que han hecho suya y otorgando las banderas autonómicas a los nacionalistas para conseguir que su política de división fuese haciendo su función de termita voraz. ¿Qué pasó?, pues que no ganaron las elecciones y ahora el señor don Mariano, se encuentra con que los hijos han crecido y calzan los muy osados sus propias opiniones y lleva desde el mismo día de las elecciones defendiéndose de los suyos e intentando que nadie le mueva de su línea (a todas vistas equivocada) con la cual piensa seguir hasta el final. No creo con ello que pierda el PP, si no que pienso que perdemos todos, pues es importante que existan oposiciones fuertes para que los gobiernos no se duerman en los laureles.
Un abrazo.
Acabo de oir que Espe-Rancia no se va a presentar, Don Rajoy puede respirar tranquilo y por mí puede continuar haciendo el imbécil cuatro años más, seguro que volvemos a ganar.
En plena campaña electoral, leí en algún foro o algún Blog (no recuerdo) la opinión de una muchacha, que al momento hice mía: "A ver si pierde el PP para que se den cuenta de que les hace falta un cambio, no sólo para poder ser Gobierno (me sigo quedando con el PSOE aunque también me cojea últimamente), sino para poder hacer una buena oposición (creo que con una buena oposición, un buen Gobierno se crece), a ver si pierde el PP para que todos estos babosillos como Acebes y Zaplana se plantean una dimisión o alguien les quita de enmedio para que sangre nueva le dé nuevos aires al partido".
Esperanza no es sangre nueva, al contrario, me parece su posición mucho más a la derecha que la del amigo Rajoy y ya es decir, pero en todo caso, son buenos los movimientos en un partido para que se note que la cosa no iba bien y algo hay que mejorar y dejarse de celebraciones cuando las elecciones vuelven a estar perdidas.
Es que otros cuatro años en la oposición es lo que tienen, txan, que no se aguantan bien. Y menos con esa amalgama que no se puede sujetar de ninguna manera. Y mucho menos con esos medios de comunicación que se creen los gurús de la derecha y que, en su soberbia, no admiten estar en la oposición esos 4 añitos de los que hablamos.
Pero también digo que les está muy bien empleado a Rajoy y sus acólitos: tener cada día al pope de la COPE dándole caña le hará saber lo que se siente.
Lo explicaste perfecto Txan.
Ayer vi a Esperanza en la tele en el 59 segundos y ella sigue negando que se va a presentar pero no me cabe duda que lo hará, esperará a tener los avales necesarios y se presentará, y puede ser bueno. Como dijo ayer Espe ella sigue confiando en su Mariano pese a perder dos veces parece que aún no han aprendido cómo se pierde aunque ella dijo que "En las proximas elecciones puede pasar aquello de No hay dos sin tres (volverian a perder) o A la tercera va la vencida (ganarían)" y ella afirmó su apoyo a Rajoy. Pero si analizamos sus gestos vemos que esa risa forzada y nada real nos indicaba que quería decir completamente lo contrario...tiempo al tiempo pero
creo sinceramente que se ha de sanear la derecha, deben aprender a hacer política, no esa oposición que estaban haciendo hasta ahora. Un beso.
Esto del PP más que enfermedad, se llama travesía del desierto. Como sabe cualquiera, los desiertos son lugares duros, donde lo primero es la supervivencia.
La dureza de la travesia es inevitable pero se modula en función de muchas cuestiones, entre otras, del propio planteamiento del superviviente o de los factores externos, por citar los más destacados.
El PSOE tuvo una travesía de 8 años hasta que recobró la confianza de la ciudadanía. El PP lleva 4 años pero quieto parado en el oasis del desierto que le han brindado mediante espejismo sus ex apoyos mediaticos y bajo la creencia de que el destinatario de la victoria de 2004 era el PP. Error, como se ha demostrado hace mes y pico.
Salir del oasis requiere hoja de ruta, la que salga del congreso en dos meses. Lo que no sabemos es si será la buena o simplemente se desplazaran a otro oasis-espejismo con su razón.
Yo creo que el PP debiera firmar un pacto de gobierno con el PSOE, y ya está, así todos contentos, sin oposición, ni crispación ni memeces.
A fin de cuenta es lo que se le pide al PP, ¿no? Nada de oposición, hay que apoyar a Zapatero diga lo que diga. Y si un día dice blanco, todos blanco, pero si al día siguiente dice negro, todos debemos decir negro.
A mí personalmente me da mucho igual el debate interno del PP, ya que si he votado al PP, no implica que esté pendiente de todo lo que pasa. Lo estaré cuando haya que votar de nuevo, entonces estaré pendiente de todos para decidir a quien voto. El resto del tiempo, pienso, es perderlo.
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