Hace mucho, allá por mis comienzos en este blog titulé un artículo de la siguiente manera: ¡Hipócrita! Transcurrido medio año (meses que han sido sin duda alguna trascendentalmente duros e inolvidables) y unas elecciones generales de por medio, puedo afirmar rotundamente que debía haber incluido entonces a unos cuantos tertulianos y pseudo-informantes tras el epíteto que dedicaba al Sr. Acebes. No quiero decir con ello que me arrepienta de aquellas palabras, al contrario insisto: es un hipócrita. Y añado: lo sabe y/pero vive de ello.
En pleno periodo post-resaca electoral y tal vez porque pasé en exceso de atender los desvanes de la campaña sin desgastarme en prestar demasiada atención, vuelvo a leer y releer diariamente. A unos y a otros. Hasta hago el masoquista ejercicio de escuchar tertulias y entrevistas, normalmente a través de las webs oficiales y por las noches, cuando menos ruido hay.
Entre los que han perdido las elecciones, e incluyo entre estos no sólo al partido político sino también a las empresas mediáticas que sin rubor les han apoyado y hasta atosigado, insisten con dos afirmaciones que como es costumbre manejan como dogmas de fe; quiero decir con ello que afirmar, en este mundo político, no es sinónimo de veracidad. Lo que sucede es que los acólitos, dejémoslo ahí, lo van a asumir y justificar sí o sí. Y los no acólitos, los profesionales que viven de ellos lo saben.
Es evidente que a la hora de interpretar los resultados electorales cara a la galería se sigue manifestando lo que se debe, aunque sea imposible entender las motivaciones que llevan a miles de personas a votar en un sentido y de que los sociólogos independientes jamás se mojen en estos asuntos.
La primera mediática afirmación de la que hablaba es la idea de que los populares han subido por el centro y los socialistas por el extremo, izquierdo. Sostienen que como no hay nada a su derecha sólo es posible haber crecido por el centro. Salvo que lo que haya aumentado sea la derecha, extrema, digo yo; visto el atosigamiento que ha sufrido don maricomplejín, ya me entienden, tampoco sería descartable una radicalización de la derecha, la guiada mediáticamente por quienes todos sabemos y que aún hoy piden echar más leña al fuego (y dejo que cada cual interprete esta última aseveración como guste).
Insistiendo en la idea argumentan que los rojos han recibido los votos de los más radicales, por ejemplo, de ERC. De ahí concluyen, realizando una pirueta inverosímil, que el futuro presidente tendrá que pagar peaje por unos votos que no son suyos. Basta ver los números para darse cuenta de que ERC ha perdido cinco veces más votos de los que ha subido el PSC, así que no sé qué pueden deberles a éstos, menos aún después de haber conseguido una estabilidad parlamentaria que para sí hubieran querido los 156 diputados populares del primer gobierno Aznarí, cuando se hablaba catalán en la intimidad, era elogiado por Arzallus u osaba tender puentes con el movimiento vasco de liberación. Todo tenía un porqué hasta que Pujol se volvió enano y tuvo que hablar en castellano.
La segunda mediática afirmación o idea es aún más atroz: que el contrario ha utilizado los medios públicos como propagandísticos. Atroz porque quienes así lo suponen critican al partido perdedor por no haber sabido disponer en el pasado del control de los medios y asegurárselo hasta este presente. ¡Qué ruindad¡
Pero he aquí que los ganadores, e incluyo entre éstos a las empresas mediáticas que también sin rubor les han apoyado, cuando han de justificar su fracaso en Madrid, por ejemplo, utilizan los mismos argumentos: que la derecha ha crecido por su extremo y que el uso partidista de los medios públicos madrileños es vergonzoso.
La victoria tampoco da razones. Ni las quita.
Visto todo lo cual espero y deseo haberme explicado lo suficiente para poder afirmar que la política, la partidista y la mediática, se ha convertido en un canto de sirenas y sirenos imposible, donde la verdad interesa menos que un ideario de autoconsumo. Así no es de extrañar que entre los vividores públicos de ambos grandes partidos abunden los hipócritas; el resto: o están tragándose tanta vileza en aras de lo que honradamente estiman que es el bien común, o son los imbéciles que hacen cierta la frase “cuando todo el mundo piensa igual es que nadie piensa mucho”.
Y por si tengo algo de razón, no desesperen, siempre quedará el consuelo del “y tú más”.
En pleno periodo post-resaca electoral y tal vez porque pasé en exceso de atender los desvanes de la campaña sin desgastarme en prestar demasiada atención, vuelvo a leer y releer diariamente. A unos y a otros. Hasta hago el masoquista ejercicio de escuchar tertulias y entrevistas, normalmente a través de las webs oficiales y por las noches, cuando menos ruido hay.
Entre los que han perdido las elecciones, e incluyo entre estos no sólo al partido político sino también a las empresas mediáticas que sin rubor les han apoyado y hasta atosigado, insisten con dos afirmaciones que como es costumbre manejan como dogmas de fe; quiero decir con ello que afirmar, en este mundo político, no es sinónimo de veracidad. Lo que sucede es que los acólitos, dejémoslo ahí, lo van a asumir y justificar sí o sí. Y los no acólitos, los profesionales que viven de ellos lo saben.
Es evidente que a la hora de interpretar los resultados electorales cara a la galería se sigue manifestando lo que se debe, aunque sea imposible entender las motivaciones que llevan a miles de personas a votar en un sentido y de que los sociólogos independientes jamás se mojen en estos asuntos.
La primera mediática afirmación de la que hablaba es la idea de que los populares han subido por el centro y los socialistas por el extremo, izquierdo. Sostienen que como no hay nada a su derecha sólo es posible haber crecido por el centro. Salvo que lo que haya aumentado sea la derecha, extrema, digo yo; visto el atosigamiento que ha sufrido don maricomplejín, ya me entienden, tampoco sería descartable una radicalización de la derecha, la guiada mediáticamente por quienes todos sabemos y que aún hoy piden echar más leña al fuego (y dejo que cada cual interprete esta última aseveración como guste).
Insistiendo en la idea argumentan que los rojos han recibido los votos de los más radicales, por ejemplo, de ERC. De ahí concluyen, realizando una pirueta inverosímil, que el futuro presidente tendrá que pagar peaje por unos votos que no son suyos. Basta ver los números para darse cuenta de que ERC ha perdido cinco veces más votos de los que ha subido el PSC, así que no sé qué pueden deberles a éstos, menos aún después de haber conseguido una estabilidad parlamentaria que para sí hubieran querido los 156 diputados populares del primer gobierno Aznarí, cuando se hablaba catalán en la intimidad, era elogiado por Arzallus u osaba tender puentes con el movimiento vasco de liberación. Todo tenía un porqué hasta que Pujol se volvió enano y tuvo que hablar en castellano.
La segunda mediática afirmación o idea es aún más atroz: que el contrario ha utilizado los medios públicos como propagandísticos. Atroz porque quienes así lo suponen critican al partido perdedor por no haber sabido disponer en el pasado del control de los medios y asegurárselo hasta este presente. ¡Qué ruindad¡
Pero he aquí que los ganadores, e incluyo entre éstos a las empresas mediáticas que también sin rubor les han apoyado, cuando han de justificar su fracaso en Madrid, por ejemplo, utilizan los mismos argumentos: que la derecha ha crecido por su extremo y que el uso partidista de los medios públicos madrileños es vergonzoso.
La victoria tampoco da razones. Ni las quita.
Visto todo lo cual espero y deseo haberme explicado lo suficiente para poder afirmar que la política, la partidista y la mediática, se ha convertido en un canto de sirenas y sirenos imposible, donde la verdad interesa menos que un ideario de autoconsumo. Así no es de extrañar que entre los vividores públicos de ambos grandes partidos abunden los hipócritas; el resto: o están tragándose tanta vileza en aras de lo que honradamente estiman que es el bien común, o son los imbéciles que hacen cierta la frase “cuando todo el mundo piensa igual es que nadie piensa mucho”.
Y por si tengo algo de razón, no desesperen, siempre quedará el consuelo del “y tú más”.
2 comentarios:
Bien dicho... de acuerdo contigo! Saludos de México! :)
¿Quién dijo que las mátemáticas eran exactas?, Claro, claro, si es que los políticos son todos de letras y con las letras son capaces de darle la vuelta a los números...o creen que son capaces.
Un abrazo y bonita letra
Ja, ja,... era broma
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