Algunos anuncian inhabilitaciones para aquellos que cedan la palabra al pueblo ¡en democracia!, aunque ésta no tenga ningún carácter vinculante ¿¡en democracia!? Otros, que deben ser muy amigos de “la eta”, tanto es así que saben lo que quieren (ya no sé si los de la eta o ellos mismos), afirman con rotundidad que votar rojo es votar lo que ellos –los de la eta, desean. Asusta por partida doble que sean tan amigos, o dependientes, unos de otros y que utilicen un argumento tan zafio en búsqueda de un voto, azul. ¡Cómo si no hubiera más colores, oiga! To be continued…
Hoy me inspira la resaca, otra vez; no la de ayer que no hay por qué, ni la de los famosos debates a dos. Me inspira la del lunes que viene, fecha que se caracterizará por el olvido temprano de la mayoría de las sandeces dichas y / o escuchadas por todos. La resaca de verdad.
Me gustaría entonces que pudiéramos contemplar los rostros de los protagonistas de estos últimos días, digo semanas, digo meses y puestos ya, años también, cuatro; los de los políticos sí, y también los de los supuestos periodistas, generadores de la opinión más vil y sesgada, en el mismo momento de conocerse el resultado final. Antes de que lo maquillen con ideas sin argumentos, dogmas de fe, como los que vienen soltando a diario, antes de que se les ocurra si quiera la primera sandez. ¿Se imaginan qué gozada contemplar esos caretos desencajados?
Pero pase lo que pase habrá excepciones; por ejemplo: uno de éstos que recientemente ha inaugurado blog, que afirma que el de azul, tras los debates que ganó por goleada según su sesgado entender, es “más líder de media España”. Aún a estas alturas del curso no sé cómo se ha de interpretar la afirmación: un político debería aspirar a serlo del todo y por el todo, no de una parte. ¿cómo se puede ganar sólo con media España? ¿Estaría anunciando una derrota? Gracias a dios no lo sabe él ni lo sabemos los demás, por más que algunos se empeñen en dar el partido, su partido, por ganado. Sigo leyendo el artículo y salgo de dudas: parece que la otra media es imbécil y no le va a votar. Lo entiendo todo, ahora: las dos españas, el negocio que no cesa. Éste no pierde nunca y no le va a cambiar la cara si no le cambia con ello el bolsillo. O gana o gana. Y así no se puede. Son casos únicos y haberlos, los hay.
Pero hay otros, bastantes, a los que sí les van a cambiar y mucho la jeta y el bolsillo. Porque no todos saben perder (no hablo hoy de ganadores y la prudencia obliga: no sé quien perderá). Son aquellos que han seguido los dictados fanáticos del pensamiento único e impuesto, desde Ferraz o cercanías, desde Génova y más arriba, y que quedarán por unas horas huérfanos. Son ese sinfín de periodistas que si de algo debieran presumir es de dibujar una realidad ficticia, ajena al sentir de su otra media España, esa que debe ser imbécil sí o sí. Son los de la paja en el ojo ajeno, siempre.
Son tan rojos o tan azules que dejaron de ser sí mismos; se han implicado de tal manera que el domingo por más que quieran permanecer como dando un paso atrás, también juegan: ganan o pierden.
Por eso, cuando pierdan los que pierdan, querría contemplar sus rostros, desencajados; justo antes de que se dieran cuenta de que en el fondo, y tan en el fondo, su papel periodístico era de mero observador, de simple narrador si cabe de la realidad política de, ahora sí, la España entera. Jugando a ser informadores disimularan pero sólo un poco.
Cabe la posibilidad, no la descarto: que todos ganen. Unos a votos, otros a escaños ¡así es esta democracia! Situación también divertida y que nos regalaría otro tipo de rostros aún más sorprendentes si cabe: los de las victorias que no valen para nada, más aún después de sembrar odios, y los de la derrotas que se maquillan con unos buenos aliados. En ambos supuestos ver como sacan pecho los aún no destetados (que seguirán chupando de la teta madre) me suele procurar momentos de bastante regocijo. No tanto como los que me provocarían la única posibilidad que descarto: que pierdan todos, de verdad (me asaltan recuerdos del día en que se les quedó cara de tontos, a todos, un trece de mayo. Entonces la sociedad no estaba preparada.).
Suposición final: que ganen unos mucho y otros lo pierdan todo por mayoría, absoluta. En ese caso apago la tele; el decaimiento de unos se equilibra con el peloteo desenfrenado de los otros.
Hoy me inspira la resaca, otra vez; no la de ayer que no hay por qué, ni la de los famosos debates a dos. Me inspira la del lunes que viene, fecha que se caracterizará por el olvido temprano de la mayoría de las sandeces dichas y / o escuchadas por todos. La resaca de verdad.
Me gustaría entonces que pudiéramos contemplar los rostros de los protagonistas de estos últimos días, digo semanas, digo meses y puestos ya, años también, cuatro; los de los políticos sí, y también los de los supuestos periodistas, generadores de la opinión más vil y sesgada, en el mismo momento de conocerse el resultado final. Antes de que lo maquillen con ideas sin argumentos, dogmas de fe, como los que vienen soltando a diario, antes de que se les ocurra si quiera la primera sandez. ¿Se imaginan qué gozada contemplar esos caretos desencajados?
Pero pase lo que pase habrá excepciones; por ejemplo: uno de éstos que recientemente ha inaugurado blog, que afirma que el de azul, tras los debates que ganó por goleada según su sesgado entender, es “más líder de media España”. Aún a estas alturas del curso no sé cómo se ha de interpretar la afirmación: un político debería aspirar a serlo del todo y por el todo, no de una parte. ¿cómo se puede ganar sólo con media España? ¿Estaría anunciando una derrota? Gracias a dios no lo sabe él ni lo sabemos los demás, por más que algunos se empeñen en dar el partido, su partido, por ganado. Sigo leyendo el artículo y salgo de dudas: parece que la otra media es imbécil y no le va a votar. Lo entiendo todo, ahora: las dos españas, el negocio que no cesa. Éste no pierde nunca y no le va a cambiar la cara si no le cambia con ello el bolsillo. O gana o gana. Y así no se puede. Son casos únicos y haberlos, los hay.
Pero hay otros, bastantes, a los que sí les van a cambiar y mucho la jeta y el bolsillo. Porque no todos saben perder (no hablo hoy de ganadores y la prudencia obliga: no sé quien perderá). Son aquellos que han seguido los dictados fanáticos del pensamiento único e impuesto, desde Ferraz o cercanías, desde Génova y más arriba, y que quedarán por unas horas huérfanos. Son ese sinfín de periodistas que si de algo debieran presumir es de dibujar una realidad ficticia, ajena al sentir de su otra media España, esa que debe ser imbécil sí o sí. Son los de la paja en el ojo ajeno, siempre.
Son tan rojos o tan azules que dejaron de ser sí mismos; se han implicado de tal manera que el domingo por más que quieran permanecer como dando un paso atrás, también juegan: ganan o pierden.
Por eso, cuando pierdan los que pierdan, querría contemplar sus rostros, desencajados; justo antes de que se dieran cuenta de que en el fondo, y tan en el fondo, su papel periodístico era de mero observador, de simple narrador si cabe de la realidad política de, ahora sí, la España entera. Jugando a ser informadores disimularan pero sólo un poco.
Cabe la posibilidad, no la descarto: que todos ganen. Unos a votos, otros a escaños ¡así es esta democracia! Situación también divertida y que nos regalaría otro tipo de rostros aún más sorprendentes si cabe: los de las victorias que no valen para nada, más aún después de sembrar odios, y los de la derrotas que se maquillan con unos buenos aliados. En ambos supuestos ver como sacan pecho los aún no destetados (que seguirán chupando de la teta madre) me suele procurar momentos de bastante regocijo. No tanto como los que me provocarían la única posibilidad que descarto: que pierdan todos, de verdad (me asaltan recuerdos del día en que se les quedó cara de tontos, a todos, un trece de mayo. Entonces la sociedad no estaba preparada.).
Suposición final: que ganen unos mucho y otros lo pierdan todo por mayoría, absoluta. En ese caso apago la tele; el decaimiento de unos se equilibra con el peloteo desenfrenado de los otros.
5 comentarios:
El problema es que el comportamiento de seguir dictados a ciegas que describes no sólo se circunscribe a la clase política o los periodistas, hay mucho militante "activo" que piensa que los votantes de los otros son imbéciles, o que los que se abstienen o votan en blanco son antidemócratas porque les quitan votos a los suyos. Personalmente estoy seguro de que encontraré igual de inaguantable seguir los comentarios de los políticos y de los analistas, que los de los blogueros partidistas, incluso los de mis tendencias, el día después de las elecciones.
Pero no te engañes, entre los políticos, salga lo que salga, todos habrán ganado, incluso aunque tengan que dimitir en su partido el minuto después.
Frilanser, no te equivoques, aquí nunca dimite ni Dios.
Aunque suene feo, esto es una merienda de negros y como dice Tesa, lo que está claro es que aquí no dimite ni Dios.
Un saludo
P.D.: ¡Ah!, no, no había barro en el coche, bajé a verlo después de leer tu comentario, pero de todas formas no creo que sea sano darle muchas vueltas a esas cosas. Como me dijo mi hemano ayer, "lo que te pasa es que lees demasiada novela histórica". Será
UN abrazo
"¡Como si no hubiera más colores, oiga!" Pues no, txan. Nos atocinan lo bastante para ver sólo BLANCO y NEGRO. Vaaaale: rojo y azul/ azul y rojo, y el burro delante, o la zanahoria (económica, of course; la del poder)... y nosotros la hierba que pisotean.
A mí (que siempre me voy por las ramas) todo esto me lleva a sentirlo parecido a lo que pasa con las aceras; inexplicable:
"la otra (acera)" nunca existe desde ésta.
pd: ah! y lo del blanco y negro, peor; que si encima quieres pintar de gris te tachan de mediocre. Hay que joderse. (ojo: no confundir; este azul y este rojo tienen de blanco y negro lo que yo de analista: nada). Era por colorear.
estoy esperando ahora a que salgan todos diciendo que todos ganaron. puaj
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