Amatxu ya no está, físicamente, entre nosotros. Ha sido, es y será un duro golpe con el que hay que aprender a (con)vivir, dejando que siga viva en el corazón de cada uno de los que la amamos y amaremos; como en los de aita, sus tres hijos, sus dos nietos, y el de algunas personas más.
Después de unos días para olvidar y cuando aún cuesta creer que hacer como siempre, o lo de siempre, es más difícil con ella vigilando desde el corazón propio (no sé porqué pero creo que ahora vive razonablemente más cerca de la totalidad de la existencia), vuelvo al blog y veo que mi último post fue un pésame por la muerte de músico. Así. Y punto.
Intentando volver a pisar el suelo, más bien para ayudarme a ello, Susana se preocupó de grabar, entre otros, el programa 59 segundos del miércoles día 12 de diciembre, ese en el que la invitada era Esperanza Agirre –así en vasco, pero sólo por vacilar, señorisísima de la pluralidad y la moralidad; adalid del Partido Popular.
Una semana después le he dado al “play”.
Será aún por el dolor, no culpemos de ello a la esperanza, pero he sido incapaz de ver, si quiera, la mitad de ese debate estéril -ciertamente lo es, con el que cada miércoles noche me entretenía. Con el corazón rasgado y el recuerdo de polémicos diálogos con Amatxu, que cada día era más vasca, más radical y más pacífica, pese a su enfermedad, o precisamente por ello, no lo sé, era imposible concentrarse en ideas que digería como cafres e irrelevantes.
Cafres, como empecé a ver a todos los tertulianos, extirpe cada vez más peligrosa, por cierto. Cada uno usando su verdad y así todos lejos de la verdad, como los políticos, casi todos, de mentira. Gracias a los escuetos 59 segundos sólo rayan rallar. Olvidan dialogar hasta los que defienden la mágica palabra: Diálogo. En cambio debaten muy bien; como debate y estéril son palabras que casan a menudo, hacen honra a dichos vocablos y nunca llegan a buen puerto, ni lo pretenden.
Irrelevantes sus palabras para un corazón hoy más pesado. Que ya está dicho.
Seguiré con este blog y estas líneas inspirado en nuestra nueva humanidad.
Después de unos días para olvidar y cuando aún cuesta creer que hacer como siempre, o lo de siempre, es más difícil con ella vigilando desde el corazón propio (no sé porqué pero creo que ahora vive razonablemente más cerca de la totalidad de la existencia), vuelvo al blog y veo que mi último post fue un pésame por la muerte de músico. Así. Y punto.
Intentando volver a pisar el suelo, más bien para ayudarme a ello, Susana se preocupó de grabar, entre otros, el programa 59 segundos del miércoles día 12 de diciembre, ese en el que la invitada era Esperanza Agirre –así en vasco, pero sólo por vacilar, señorisísima de la pluralidad y la moralidad; adalid del Partido Popular.
Una semana después le he dado al “play”.
Será aún por el dolor, no culpemos de ello a la esperanza, pero he sido incapaz de ver, si quiera, la mitad de ese debate estéril -ciertamente lo es, con el que cada miércoles noche me entretenía. Con el corazón rasgado y el recuerdo de polémicos diálogos con Amatxu, que cada día era más vasca, más radical y más pacífica, pese a su enfermedad, o precisamente por ello, no lo sé, era imposible concentrarse en ideas que digería como cafres e irrelevantes.
Cafres, como empecé a ver a todos los tertulianos, extirpe cada vez más peligrosa, por cierto. Cada uno usando su verdad y así todos lejos de la verdad, como los políticos, casi todos, de mentira. Gracias a los escuetos 59 segundos sólo rayan rallar. Olvidan dialogar hasta los que defienden la mágica palabra: Diálogo. En cambio debaten muy bien; como debate y estéril son palabras que casan a menudo, hacen honra a dichos vocablos y nunca llegan a buen puerto, ni lo pretenden.
Irrelevantes sus palabras para un corazón hoy más pesado. Que ya está dicho.
Seguiré con este blog y estas líneas inspirado en nuestra nueva humanidad.